camposanto

No sé por qué me fascinan los ángeles que habitan los camposantos;

es decir me fascinan y me inquietan a la vez,

esas esculturas majestuosas y tenebrosas que parecen contener el último hálito de vida en su mirada

y ofrecen a creyentes y agnósticos fórmulas celestiales de resignación cristiana ante la muerte por un lado

y por el otro parecen susurrar auténticos testimonios de la fugacidad de la vida,

la bien llamada «vanitas, vanitatis»  en la cual todos «caemos», ya sea vivos o muertos.

cement

microrrelato

El pozo

    Mi hermano Alberto cayó al pozo cuando tenía cinco años.
    Fue una de esas tragedias familiares que sólo alivian el tiempo y la circunstancia de la familia numerosa.
    Veinte años después mi hermano Eloy sacaba agua un día de aquel pozo al que nadie jamás había vuelto a asomarse.
    En el caldero descubrió una pequeña botella con un papel en el interior.
    «Este es un mundo como otro cualquiera», decía el mensaje.

                                     Luis Mateo Díez de «Los males menores»

pozo

leer en verano

Los ojos van del libro a la piscina…, es mejor leer despacio,perder la mirada en el agua donde el cuerpo se puede sumergir,

donde flota, confiando en el peso del agua, en su abrazo envolvente y protector.

Los ojos vuelven al libro para sumergirse en él como se sumerge el cuerpo en la piscina.

Nadamos en el libro milagrosamente a salvo de los peligros de nuestra propia vida.

                                                                                                                Soledad Puértolas

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«el otro lado»

 

El otro lado de la cama. Me lo he preguntado muchas veces cómo sería el otro lado de la cama, ahora puedo algo más que intuirlo, casi tocarlo, …, pero mi mente huye tan aprisa que la piel de mis dedos no tiene tiempo de estirarse lo suficiente y llegar a palpar ese espacio difuso entre los hombros y el dibujo de mis piernas.
No es fácil rellenar ese hueco, que está a la altura del estante donde dejo los libros, que aún no he leído, o que voy leyendo a destiempo. Sólo tengo que deslizarme, retroceder un poco, y buscar las señas de tu rostro,aún marcado en el papel…, pero no, a estas alturas no vuelvo a hacer esfuerzos, descanso y miro en la oscuridad, no es tan inmensa como parece, lentamente me venzo, cierro los ojos, y extiendo mi brazo hacia ese espacio vacío, extraño, difícil de ocupar.

(abril — 2010)

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«algo sutil»

Estaba leyendo en un libro, la percepción que nos llega a veces o nos avisa,sobre esos momentos

especiales, casi sutiles, en los que como un flash tenemos la capacidad de resonar con las otras personas, como si fuéramos diapasones…

No siempre ocurre, y es verdad que son momentos inexplicables, tan especiales que pueden pasarse por alto,

pero si agudizamos las sensaciones es posible notar, percibir esa especie de onda o vibración que emite esa persona.,

y que sólo lo emite ésa y no otra.
Apenas unos minutos, casi en silencio, algo sutil, sorprendente…

My beautiful picture

la noche

Es hermosa la noche,
esa que se difumina
en los primeros días de estío,
que se cuela intempestiva en los pliegues de las manos,
cual inoportuna Scherezade del sueño,
cual inacertada Luna con máscara,
cual inadecuada ráfaga de estrellas.
 
Es hermoso quedarse aquí,
contemplándola,
quieta, muy quieta
adivinando sus secretas palabras,
su fulgor en cada trazo,
su perfecta desnudez
oscura,
su absoluta y delicada entrega.
 
Es hermosa la noche.
blog securibat

del oficio de escribir II

II
 
 
Si mi mente fuera de cristal
transparente
diáfana
nítida.
Te verías en mí,
escucharías mis anhelos,
tocarías mis sueños,
vislumbrarías mis constantes vigilias,
buscando
la minuciosa trama,
que se teje en el cristal
de mi mente.
(II parte del poema «Oficio» , contenido en el volumen del Taller de la Poesía y del Relato,
Antología 2008, red regional de talleres literarios, AUPEX )
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«apagó la luz»

Apagó la luz (…)
y miró sus ojos,
como dos zafiros rojos en la penumbra,
diáfanos,
de donde pendía su alma,
hecha de finas aristas amargas,
tejidas,
a golpe de cincel y esperanza;
y como un dulce viento
que cubre la tarde lenta,
deslizó su boca
hacia esa misma fuerza extraña (…)

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«contar cuentos»

Quién no ha escuchado alguna vez un cuento, una historia extraordinaria, de la mano de un adulto, de su abuelo, tío o pariente cercano dado a estos oficios.

Quizás sea éste uno de los oficios más antiguos del mundo y ya desde niños nos adentran en este mundo fabuloso, el de los relatos orales, y sin saber cómo nos

adentramos en este universo como una necesidad constante de que nos cuenten historias que nos transporten  a esos otros mundos, para traspasar las fronteras

 de lo cotidiano, de lo real, en suma de lo efímero. Porque a veces no basta sólo la vida, la que vivimos, sino poder sumergirnos en ese cristal de fantasía, para seguir

escuchando, aprendiendo, para entender lo inentendible.

Cuando empezamos ene el taller Literario yo estaba convencida de mis inclinaciones poéticas, al menos durante un tiempo fue así; pero alguien se encargó de hacerme

descubrir esas otras inclinaciones ocultas del cuento o relato corto. Ahora estoy convencida  de que trabajando en ello quizás sea lo que más me gusta cuando escribo; y 

siempre me asombra esa capacidad innata de llegar a superar e incluso romper las fronteras del tiempo en el relato corto.

cuen

otoño

Hace días que llama a la puerta,
(yo le espero paciente),
acompañado de ese sol cálido
que acaricia la piel , muy temprano
que perfuma el aire con aroma a jazmín…
-que mengua la luz,
 al caer de la tarde-
y esparce la paleta de colores,
donde todo comienza
y hay un fin.
Si supiera que me devuelve
otra imagen de tí.
Si supiera que todo comienza
y termina en mí.
                       (septiembre – 2010)
arbol-otono[1]