microrrelato

El pozo

    Mi hermano Alberto cayó al pozo cuando tenía cinco años.
    Fue una de esas tragedias familiares que sólo alivian el tiempo y la circunstancia de la familia numerosa.
    Veinte años después mi hermano Eloy sacaba agua un día de aquel pozo al que nadie jamás había vuelto a asomarse.
    En el caldero descubrió una pequeña botella con un papel en el interior.
    «Este es un mundo como otro cualquiera», decía el mensaje.

                                     Luis Mateo Díez de «Los males menores»

pozo

leer en verano

Los ojos van del libro a la piscina…, es mejor leer despacio,perder la mirada en el agua donde el cuerpo se puede sumergir,

donde flota, confiando en el peso del agua, en su abrazo envolvente y protector.

Los ojos vuelven al libro para sumergirse en él como se sumerge el cuerpo en la piscina.

Nadamos en el libro milagrosamente a salvo de los peligros de nuestra propia vida.

                                                                                                                Soledad Puértolas

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